martes, 31 de marzo de 2015

SALAFISMO YIHADISTA: SU CONTEXTO

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2015/03/31/salafismo-yuhadista-contexto/636619.html

Los recientes crímenes protagonizados por células yihadistas han hecho saltar de nuevo las alarmas en el mundo. Desde los atentados del 11-S en Nueva York, el yihadismo ha experimentado un salto cualitativo.  Samuel Huntington, en un artículo publicado en 1993, exponía que el siglo actual contemplaría lo que él denominó el choque de civilizaciones. Este autor, retomando la noción que ya formulara Arnold J. Toynbee, afirmaba que los actores principales del siglo XXI serían las civilizaciones y los principales conflictos se darían entre ellas. Esta tesis, sin embargo, ha tenido muchos detractores. Para empezar, hay que recordar que en Sociología hoy se distingue claramente entre culturas/civilizaciones, que se gestan históricamente en un momento determinado y que progresan con una vocación de continuidad temporal (y, en muchas ocasiones, espacial),  y sociedades determinadas.  Y es notorio que tanto la denominada civilización occidental como la musulmana se consolidan con enfrentamientos en el seno de sus propias formaciones sociales. Las guerras que han venido asolando Europa desde la Edad Media y las distintas interpretaciones del Corán por suníes y chiíes son claros ejemplos de ello, así como el más reciente choque por la hegemonía entre Al Qaeda y el Estado Islámico (EI) que ha tenido como primer escenario Yemen.

La especial virulencia de los ataques yihadistas y la fuerte carga de dramatismo de imágenes como los degollamientos de occidentales a manos de milicianos del EI  ocultan el hecho de que hay un Islam pacífico y tolerante que no hay que identificar con el yihadismo. Recordemos  que  lo que llamamos mundo occidental y el mundo árabe se desarrollaron, en tiempos, de forma paralela y siguiendo caminos similares, esto es, con  el expansionismo territorial y un fuerte impulso a la actividad comercial, lo que les llevó a enfrentamientos por la hegemonía. Para muchos autores, los hitos de estos choques están en Poitiers (732), Viena (1529-1683) y Lepanto (1571), sin olvidar la caída de la cristiana Constantinopla en manos otomanas en 1453.

Pero hay otros muchos matices que tener en cuenta para llegar a comprender por qué el mundo asiste hoy, conmovido, a la amenaza yihadista.  Ante la imposibilidad de poder abordar todos los aspectos, voy a exponer algunos.  El auge del liberalismo burgués, a partir de las ideas de la Ilustración del siglo XVIII  y el consiguiente despegue industrial de Europa,  no tuvo su correlato en el mundo islámico. Ignacio Álvarez Ossorio nos recuerda que la constatación del relativo atraso en el desarrollo de estas sociedades respecto a Occidente está en el origen del salafismo,  que surge en las últimas décadas del siglo XIX y que hoy nutre al yihadismo. El salafismo llevó a algunos intelectuales a propugnar la purificación del Islam de elementos exógenos, para acercarlo a sus raíces (‘salaf’). Aunque, todo hay que decirlo, el salafismo también pretendía conciliar Islam con la modernidad.

A partir de ahí,  la expansión del salafismo  yihadista es multicausal. Su eclosión se produce en Egipto con los Hermanos Musulmanes, opuestos a los intentos de consolidación de un panarabismo social por Gamal Abdel Nasser. Pero hay una responsabilidad occidental que no podemos obviar. Recordemos, a título de ejemplo, la generosa financiación de Arabia Saudí –con permiso norteamericano- a los muyaidines afganos que luchaban contra la ocupación soviética de su país. Con el tiempo, esos muyaidines se transmutaron en Al Qaeda. Como casos más recientes, está fuera de toda duda que las invasiones de Iraq y Afganistán han generado un caldo de cultivo que ha propiciado un fuerte sentimiento antioccidental en esas sociedades en quiebra. La existencia de otros Estados fallidos como Siria y Libia, fuertemente desestabilizados también  a partir de la injerencia norteamericana y de la OTAN y sumidos en graves crisis internas, no es tampoco desdeñable. Como tampoco lo es la existencia de enormes bolsas de paro y pobreza que atenazan a ciudadanos y ciudadanas del Magreb, lo que está impulsando a sus sectores juveniles a emigrar hacia Europa. Al  llegar a los países de acogida, la constatación por parte de estos jóvenes de que no mejoran mucho sus condiciones de vida en entornos con frecuencia marginales  constituye un caldo de cultivo explosivo para acrecentar el odio hacia Occidente.  Esa circunstancia, unida a una resistencia de dichos jóvenes a perder su identidad cultural por una mal entendida integración, propicia que se vean tentados por el yihadismo.

La solución a este estado de cosas es complicada. Para empezar, hay que luchar contra la  islamofobia creciente, alentada a veces desde el mismo poder (valga, a título de ejemplo, la intervención del expresidente  José María Aznar el 21 de septiembre de 2004 en la Universidad de Georgetown, afirmando que la causa de los atentados de aquel año en nuestro país se remontaba nada menos que al año 711, cuando la España visigoda -país que, como tal, no existía- intentó rehusar ser un trozo más del mundo islámico).   Está claro que un mundo en que imperaran, como valores primordiales, el respeto, la justicia, los derechos humanos y la solidaridad entre los pueblos se constituiría en antídoto contra fundamentalismos de todo tipo.


martes, 17 de marzo de 2015

Catequesis en las aulas

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2015/03/17/catequesis-aulas/633438.html


Es indudable que Gobierno del PP, presionado por sus ‘lobbys’ internos más ultramontanos, por la jerarquía católica, o por ambos, se ha plegado a la presión de los obispos. El currículo de Religión, que al decir de Juan José Tamayo introduce criterios patriarcales, androcéntricos, míticos y dogmáticos, es una cadena de despropósitos

El pasado 24 de febrero se publicó en el BOE el currículo de la enseñanza de la religión católica en la educación Primaria y Secundaria, de cuya lectura podemos concluir que retrocedemos en el tiempo. Aunque creo que, en el fondo, la Transición no introdujo elementos de ruptura con el conservadurismo político y social perceptible en muchas etapas de nuestra Historia. En este sentido, los constitucionalistas Jordi Solé Tura y Eliseo Aja (*) nos recuerdan que a lo largo del siglo XIX predominan en nuestra tibia tradición liberal-constitucional ciclos conservadores alternados con breves intervalos progresistas. En mi opinión, es difícil no ver en ello una de las causas del enorme peso que la confesionalidad católica tuvo -y sigue teniendo hoy- en el Estado español. Y es que, a diferencia de Francia, país que registró hasta cuatro revoluciones burguesas a lo largo del siglo XIX, en España no terminó de consolidarse ese ciclo revolucionario burgués; antes al contrario, la burguesía hizo causa común con la antigua aristocracia para consolidar el bloque de poder que, según Tuñón de Lara, sostuvo el régimen de la Restauración monárquica. En los nulos avances hacia la laicidad del Estado encontramos, pues, inercias que dificultan romper ataduras con el pasado. Con excepciones. La ´Ley del Candado´ (1910) del liberal Canalejas, la que limitaba el establecimiento en el país de nuevas congregaciones religiosas, evidencia un cierto anticlericalismo que coexiste en España con la adhesión ciega de amplios sectores populares a los dogmas de un catolicismo rancio.
En lo tocante al tema de la inclusión de la enseñanza de la religión católica en el currículo escolar a partir de la puesta en marcha de la estructura educativa reglada desde los inicios del siglo XIX, dos hitos importantes hay que reseñar: la Ley Moyano de 1857, cuyas directrices educativas en materia confesional son herederas del Concordato de 1851 y, posteriormente, en pleno franquismo, el Concordato de 1953. Ambos acuerdos mantuvieron los privilegios de la religión católica en el ámbito educativo. El peso de lo confesional en la enseñanza no se modificó con la ley Villar Palasí, de 1970. Y el paso del franquismo a la Constitución de 1978 no se hizo, como en 1931 con la II República, bajo el signo de la ruptura, sino manteniendo en lo fundamental el peso de rasgos confesionales propios del régimen precedente, en opinión de Antonio Viñao (**).
De aquellos polvos, estos lodos. Hay que decir que, jurídicamente, la inclusión de la religión católica en la escuela no es contraria a la Constitución de 1978. El Estado español está atado de pies y manos en este tema desde la firma, el 3 de enero de 1979, del Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales con el Estado Vaticano. Pero, además, desde posturas eclesiástico-católicas se mantiene que la presencia de la religión católica en los planes de estudio es una exigencia ineludible derivada del párrafo tercero del artículo 27 de la Constitución, el que alude a la obligación de los poderes públicos de garantizar «el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». Por ello, hace unos días, el teólogo progresista Juan José Tamayo, en entrevista en La Sexta, ponía en duda la no confesionalidad del Estado español, pues si bien el artículo 16.3 afirma que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», a continuación añade: «Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones». La referencia a una confesionalidad histórico-sociológica de índole católica que deben tener en cuenta los poderes públicos vacía de contenido el principio de no confesionalidad (Viñao, 111).
Es indudable que el Gobierno del PP, presionado por sus ´lobbys´ internos más ultramontanos, por la jerarquía católica, o por ambos, se ha plegado a la presión de los obispos. El currículo de Religión, que al decir de Juan José Tamayo introduce criterios patriarcales, androcéntricos, míticos y dogmáticos, es una cadena de despropósitos. No de otra forma hay que entender los criterios de evaluación de ese currículo. Sólo unos ejemplos: el estudio de la religión católica «ayudará a los estudiantes a ensanchar los espacios de la racionalidad» -cuando es notorio que, per se, las creencias religiosas son opuestas a cualquier principio de racionalidad-; «reconocer la incapacidad de la persona para alcanzar por sí misma la felicidad»; «descubrir que el pecado radica en el rechazo a la intervención de Dios en la propia vida», o el que propugna «vincular el sentido comunitario de la Trinidad con la dimensión relacional humana». ¿Cómo se evalúa esto? Si, además, se conmina a los escolares de Primaria a la memorización y repetición de oraciones, está claro que vuelve a introducirse la catequesis en las aulas.
(*) Solé Tura, Jordi y Eliseo Aja: Constituciones y periodos constituyentes en España (1808-1936), Siglo XXI Editores, Madrid, 1977
(**) Viñao Frago, Antonio: Religión en las aulas. Una materia controvertida, Ediciones Morata, Madrid, 2014

martes, 10 de marzo de 2015

Ganar la Región de Murcia concurre a las elecciones deseando preservar su nítida identidad de izquierdas

En la rueda de prensa del pasado lunes,  día 9 de marzo,  se animó a la participación ciudadana en este proyecto y se anunció el calendario de primarias

Diego Jiménez/Murcia.- Ganemos la Región de Murcia, que ha debido de cambiar su denominación por ‘Ganar la Región de Murcia’ al estar ya registrada la primera ‘marca’ electoral, se presentó ayer, en rueda de prensa, a la sociedad murciana para animar a la participación ciudadana en el proyecto y para presentar el calendario de primarias con el que esta formación va a concurrir a las próximas elecciones autonómicas del 24 de mayo.En la mesa, se encontraban presentes Esther Herguedas, concejala de IU-Verdes en el Ayuntamiento de Murcia; Enrique del Rey Mazón, de CLIAS-SPCT, José Luis López Mesas, que se declaró ‘independiente de izquierdas’, y la activista, y una de las promotoras de Ganemos, Margarita Guerrero.



Turno de intervenciones 

López Mesas presentó a las personas de la mesa y, a continuación, se inició el turno de intervenciones.

Margarita Guerrero, que afirmó que Ganemos no puede concurrir a las elecciones  con esa denominación porque “hubo un listo que pilló ese nombre”, destacó que 'Ganar' quiere mantener la “necesidad de la confluencia de un proyecto social y político de izquierdas” en la Región de Murcia, y ello pese a que hay que sortear el impedimento de las cinco circunscripciones electorales que “perjudican mucho a los partidos que se presenten en solitario”. Añadió que “sigue siendo necesaria la confluencia en la Región a pesar de que no estén todos los actores que nos hubiese gustado que estuvieran”. “No obstante –dijo- es preciso mantener un nítido proyecto de izquierdas para darle una alternativa a la Región, que lleva mucho tiempo en manos de unas redes clientelares y corruptas”.

A continuación, presentó el calendario de primarias José Luis López Mesas, admitiendo que “éstas llegan un poco tarde ya”, porque afirmó que “hemos estado esperando hasta última hora, intentando que se hubiera dado una unidad real de toda la gente que queremos echar al PP de la Región”.  

Calendario  de Primarias

Los requisitos para concurrir a las elecciones primarias y el calendario de las mismas son los que siguen:

Plazo de presentación de candidaturas: desde las 00:00 horas del día 9 de marzo hasta las 15:00 horas del 13 de este mes, en el correo electrónico siguiente:  comunicacion@ganemosregionmurcia.com.

Serán elegibles todas las personas con residencia legal  en la Región de Murcia mayores de 18 años. Las personas candidatas han de presentar, telemáticamente: una foto personal, en color, en formato JEPG; copia del DNI, pasaporte o tarjeta de residencia; un breve currículo de no más de 500 caracteres, y  una declaración firmada de suscribir el código ético de Ganar la Región de Murcia.

El 13 de marzo se procederá a la revisión de las candidaturas y a la corrección de errores; el 14, se publicarán las mismas, y la campaña electoral se desarrollará del 16 al 20, teniendo lugar, como fin de campaña, actos como la presencia en Murcia de Yolanda Díaz, diputada del Parlamento galego por AGE (Alternativa Galega de Esquerda), el día 20 de marzo. La votación presencial tendrá lugar, en cada circunscripción, el día 23, y la resolución de las reclamaciones se hará al día siguiente.

El sábado día 28 se celebrará una asamblea-fiesta en la que se proclamarán los candidatos electos y se aprobará el programa.


Turno de preguntas

En ese turno, Margarita Guerrero incidió en que, aunque cada uno de los ‘actores’ que intervienen en este proceso electoral tiene sus características y sus preferencias, “la unidad no es un capricho, es una necesidad, por lo que quien no apueste por ella deberá dar explicaciones en su momento”. Afirmó que “ha habido organizaciones que han mantenido la coherencia y apuestan por la confluencia municipal y regional” mientras que otras se dedican a “seguir estrategias de partido”.

López Mesas recordó que estamos hablando de la confluencia en el ámbito regional ya que en el municipal “se están dando diversas fórmulas”. Apostilló que “Ganar intentará llegar a lo máximo posible en la Asamblea Regional”, remarcando que “en el ámbito regional hay una fuerza política, Podemos,  que, no sólo en esta Región, ha decido ir en solitario” y que no ha tenido la suficiente sensibilidad para entender que en esta Región hay un problema añadido, el de las cinco circunscripciones, por lo que “va a ser un problema muy grave el que vayamos divididos, pues en sitios como el Nororeste y el Altiplano va a ser muy difícil ‘rascar bola’; pero que cada cual explique luego su decisión”.

Respecto a Equo, Enrique del Rey matizó que “no se esperaban su ‘descuelgue’, pues en la Asamblea celebrada en Archena tenían clara su posición de confluencia”, a lo que añadió Esther Herguedas, que, en este caso, “ha sido determinante el proceso andaluz”; Equo ha decidido “diluirse dentro de las siglas de otra organización”, por lo que, dijo, “allá cada cual con sus decisiones”.

Margarita destacó que “nos jugamos mucho en estas elecciones, pero la vida no va a acabar en el 2015 y habrá que seguir construyendo un proyecto unitario para la Región de Murcia”, capaz de aglutinar sensibilidades tan diversas y necesarias para lograr una Región plural.

López Mesas, por su parte, afirmó que “en el ámbito unitario de Ganar la Región de Murcia entendemos que la ideología es lo fundamental; no podemos ir a ‘coger votos’ de todas partes, porque eso sabemos a qué suele conducir”. Aclaró, además, que aunque se hable de nueva política, ésta no es nueva, por lo que “cuando se renuncia a unas ideas se acaba malamente; nosotros no hemos querido renunciar a nuestras ideas de izquierda, que hay que llevar a la práctica”, añadiendo que “un año de nuestra Historia no es nada; por lo que nada va a acabar el día 24 de mayo o en las próximas elecciones generales  de noviembre”. "Aunque hemos tenido una oportunidad y no la hemos aprovechado, nosotros -enfatizó- ponemos la ideología por encima de lo electoral”.

Recordó que cualquier persona puede presentarse a las listas, aunque “no es descartable que pueda darse una lista de consenso” en el caso de que en una circunscripción no pudieran celebrarse las primarias, como se dio en Madrid con Alberto Garzón, que no tuvo contrincante.



martes, 3 de marzo de 2015

Confluencia, sí, pero no así

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2015/03/03/confluencia/629645.html

Ya peino canas, por lo que puedo decir que he estado ilusionado desde siempre, desde la Universidad primero, desde la actividad vecinal, desde el sindicalismo y desde un posterior, y breve, paso por la actividad política,  por la posibilidad de que quienes nos consideramos de izquierdas (sí, de izquierdas, ¡no pasa nada por admitirlo!) pudiéramos unir nuestras fuerzas para  llegar al poder y evitar el sufrimiento de tanta gente. Por ello, hace unos días recibí con relativa satisfacción la consolidación de una candidatura ciudadana de unidad popular para intentar gobernar el Ayuntamiento de Murcia.

Y digo relativa porque no me ha gustado que, al contrario que en Barcelona, Cambiemos Murcia haya surgido como una coalición en la que se ocultan las siglas. Por eso entiendo el cabreo de algunos y algunas por esa extraña fórmula  y la no adhesión a la misma de alguna formación política, que también había trabajado por la unidad.  Y no me sirve la justificación de que, con ello, se trate de enfatizar el carácter de candidatura ciudadana. ¿Acaso los y las militantes de las distintas formaciones políticas que han dedicado parte de su tiempo y esfuerzo para lograr la confluencia no ostentan el carácter de ciudadanos? ¿Alguien va a negarles el haber estado codo con codo, con las distintas plataformas y movimientos sociales, en las manifestaciones y luchas de la Región en los últimos años? En ellas hemos coincidido. A nadie allí se rechazaba por su adscripción partidista. ¿Por qué ese hecho es ahora un impedimento para dar cuerpo a una coalición en la que el futuro votante pueda identificar las opciones que la fortalecen?

He leído algunos de los documentos de ‘Claro que Podemos’. Y de esa lectura he colegido algo que a muchas personas resulta evidente: obnubilados en parte por el ascenso fulgurante que le otorgan las encuestas (hoy frenado en virtud de la reacción de quienes, usando de artimañas mil, intentar desautorizar a esta opción política), las personas dirigentes de Podemos, al menos a mí me lo parece, muestran menos generosidad que algunas formaciones que no han dudado en renunciar a sus siglas en aras de la unidad. Concretamente, en el Documento Político-Organizativo, en el apartado relativo a las elecciones autonómicas de mayo de 2015, se afirma: “Podemos considera que el presente momento [político] exige mayor audacia, con un proyecto político transversal del unificación del campo popular golpeado por la crisis”. Hasta ahí de acuerdo. Pero esa ‘unificación del campo popular’ pasa inexcusablemente, según dice este documento, por “explorar la hipótesis Podemos como herramienta de confluencia popular”, en la medida en que “la  ciudadanía quiere votar a Podemos en las elecciones autonómicas de la Región de Murcia, pues reconoce que es un espacio de confluencia de múltiples sensibilidades sociales”. Esta última afirmación no deja de reflejar una postura excluyente, pues se omite que hay otras organizaciones (sociales y políticas) que desean preservar su propia identidad, no diluyéndose en Podemos, y que poseen la misma legitimidad social para aspirar al deseado cambio. Hablo, a título de ejemplo,  de Equo, CLIAS, IU-Verdes, Republicanos… organizaciones que no tienen por qué ver en Podemos el único espacio de confluencia, hasta el extremo de quedar diluidas en él.

Podemos refleja en el Documento Político-Organizativo que “la ley electoral murciana, diseñada para reducir la pluralidad política, genera una masa enorme de voto útil, quedando porcentajes significativos de votantes sin representación”. Con esta dificultad añadida, es difícil creer que Podemos, que se erige en la casi exclusiva fuerza de oposición al régimen de 1978 y su casta, pueda llegar a desplazar en solitario al PP de las instituciones de la Región. 

Hay que seguir intentándolo. Aún estamos a tiempo de consolidar una candidatura autonómica que una las fuerzas de Ganemos y Podemos, pero en la que todas y todos se vean representados. Y en la que el votante identifique claramente sus preferencias. Admitido el hecho de que nadie –en contra de lo que dijo Monedero hace unos meses en Murcia- desea contar con Podemos como un ‘salvavidas’ al que asirse, admitamos también, como dije arriba, la legitimidad de otras fuerzas políticas para trabajar por el cambio. En el pasado debate del estado de la Nación, IU, una formación política que, quiérase o no, ha de contarse como aliada de Podemos, demostró que cuenta con un candidato, Alberto Garzón -que noqueó claramente a Rajoy-, nada representativo de las viejas formas de hacer política, y que quiere abrirse paso en una IU renovada pero que aspira a preservar su identidad. Igual que los demás. 


En el Documento de Principios Políticos, Podemos  deja  abierta la puerta a la posibilidad de que, a petición de al menos un 10% de personas inscritas, se pueda decidir en un territorio determinado concurrir con marca propia o enmarcados en agrupaciones diversas. Pensemos en la fuerza que podemos desplegar en perfecta sintonía. En coalición, sí. Con una ‘sopa de siglas’, como en Barcelona, ¿por qué no? Hay que seguir faenando por la confluencia, sí. Pero no así.