jueves, 19 de diciembre de 2013

Manolo Monereo: “Estamos inmersos en un cambio de época hacia peor. El pasado no volverá”

Este conocido jurista y analista político afirmó en Murcia que en España asistimos a una involución social y política, convertidos, cada vez más, en periferia subalterna de la Unión Europea alemana”.



Diego Jiménez/Murcia.- El pasado miércoles, día 18, y en acto organizado por el Frente Cívico ‘Somos mayoría”, el conocido analista político Manolo Monereo dio a conocer en Murcia unas pinceladas de su reciente libro “De la crisis a la revolución democrática”, publicado por la editorial El Viejo Topo y prologado por Julio Anguita. Dicho acto se repitió al día siguiente en Cartagena.

Le precedió en el uso de la palabra el conocido activista José Coy, quien, entre otras cosas, afirmó que “el Frente Cívico quiere ser parte del poder ciudadano que está por construir”. Dio cuenta, además, de las ocho columnas que, desde distintos puntos de España, van a confluir próximamente en Madrid. Concretamente, la de la Región de Murcia, a falta de concretarlo con los compañeros y compañeras de la Comunidad Valenciana, iniciaría su andadura a primeros de marzo de 2014.

Intervención de Manolo Monereo

Por su parte, Monereo comenzó diciendo que el libro que presentaba surgió de una sugerencia que le hizo el editor de El Viejo Topo,  Miguel Riera. A continuación pasó a exponer algunas pinceladas de su contenido. El meollo del libro, la novedad radical que expone, es que “estamos plenamente inmersos en un cambio de época hacia peor”. Afirmó que, en el centro del Imperio –del que la UE forma parte- ha hecho mucha mella la idea de que “el capitalismo financiarizado había superado la noción de crisis”. Además, a mayor abundamiento, una gran parte de la izquierda europea “infravoloró” los efectos de la crisis.

Refiriéndose al caso español, puso especial énfasis en su tesis de que “más que una burbuja inmobiliaria ha existido una burbuja mental”, en el sentido de que en el imaginario colectivo se había incrustado la convicción de que habíamos llegado a un nivel superior de civilización en el que “el sistema nos iría mejorando las condiciones de la existencia”, razón por la que habían quedado desfasados términos como la “lucha de clases”.

Respecto a nuestra integración en Europa, aludiendo al conocido ‘Mito de Casandra’, se refirió a quienes profetizaban males que nadie creía, como en el caso de Julio Anguita. Esos males han llegado y, “por ello –enfatizó- no volveremos al pasado” pues, tras el salvaje ajuste estructural, viviremos en “otro país”. En efecto, en los momentos actuales, dijo, estamos inmersos en un auténtico “estado de excepción”, que para el movimiento obrero es un “estado de emergencia”. España sufre los embates de una crisis del capitalismo de la globalización, pero lo que está en juego es la salida a la crisis que se inició en los años 70. “Ha quebrado el modelo de la contraofensiva del capital que se inició, allá por 1970, y que tuvo su punto final en 2008, con la quiebra de Leman Brothers”, afirmó, por lo que nos encontramos con una “crisis sistémica”, que afecta a ámbitos como el de la geopolítica (con la emergencia de nuevas potencias –China, Rusia, India…- que le disputan la hegemonía a EEUU); una crisis ecológico-social, y una crisis cultural, en la medida en que, “por primera vez en 500 años, tras el mal llamado ‘Descubrimiento de América’ por los europeos, está en crisis el modelo eurocéntrico hasta ahora dominante”.

Puso especial énfasis en afirmar que España es hoy la periferia de una Europa central rica (Alemania), al tiempo que se detecta una crisis del Estado. “Europa es el problema”, dijo, en la medida que “nuestra pertenencia a la UE va a agravar –ya lo está haciendo- nuestra situación”. Su visión pesimista quedó avalada por las previsiones del FMI, que prevé para España, en el horizonte del 2018, una tibia bajada de las cifras del paro (hasta situarse en el 25% de la población activa) y una Deuda Pública que se elevará hasta el 105% del PIB. Ante lo que afirmó: “Estas previsiones pesimistas han rebasado las que se intuían con la aprobación del Tratado de Maastricht”.

En otro orden de cosas, advirtió de que estamos inmersos en pleno proceso de una “lucha de clases”, pero practicada por “los de arriba”, con ataques claros a los tres componentes del salario de los trabajadores: las nóminas, las prestaciones sociales y las pensiones. Insistió en la posición dominante de Alemania en este contexto, aun reconociendo que este país hegemónico, que intenta asfixiar a los demás, también está en crisis: “La Banca alemana ha recibido una inyección de 500.000 millones de euros por parte del Estado”, dijo. En este contexto, criticó que las burguesías madrileña, catalana y vasca han hecho “causa común” con la burguesía alemana para “liquidar las conquistas sociales y los derechos laborales en España”. Además, asistimos a una desertización industrial del país, con la asfixia de la pequeña y mediana empresa, huérfana de créditos, que se intenta paliar con el turismo de masas, con una agricultura residual y con el intento de resucitar la burbuja inmobiliaria. "Es auténtico “golpe de Estado” que conduce claramente a una crisis del régimen", dijo.

Aludió a la carta firmada por Trichet y Fernández Ordóñez   a Zapatero (aireada estos días en los medios de comunicación tras la publicación del libro del expresidente socialista) que demuestra que “España está intervenida de facto por los poderes económicos”. Estamos, como se decía arriba, en una “crisis del régimen”, ante la que caben dos cosas: la ‘restauración’, legalizando el estado de cosas existente, o la ‘ruptura’, que permitiría a la ciudadanía erigirse en protagonista. Lógicamente, se impone la segunda opción para que, como se afirma en la contraportada del libro, sea posible “un proceso constituyente que devuelva el poder a la ciudadanía; en definitiva, una revolución democrática para una ‘República plebeya’. A eso quiere contribuir el Frente Cívico. Somos mayoría".

Tras su exposición, tuvo lugar un animado coloquio en el que, entre otras cosas, se debatió sobre el órdago soberanista catalán, calificado por Monereo como un intento de la burguesía catalana de adquirir cuotas de poder en la UE, desligada del Estado español. Aun admitiendo que, en el seno de las clases populares catalanas, pueden haber motivos de serio descontento, "en ningún caso -dijo- el centralismo de Madrid puede ser el pretexto", pues hoy "el poder real en España lo detentan las instituciones comunitarias, encabezadas por Alemania". 


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