martes, 19 de marzo de 2013

En ‘Los Debates del Moneo’ se presentó el libro de Olga Rodríguez “Yo muero hoy. Las revueltas en el mundo árabe”.


La periodista,  que intervino acompañada de Javier Couso,  afirmó que en su libro denuncia el grito de quienes desean recuperar su dignidad y sus derechos y que tienen poco que perder.
 
Diego Jiménez/Murcia.- En la tarde del pasado día 14 de marzo, asistimos en Murcia a la presentación del libro  de la periodista Olga Rodríguez “Yo muero hoy. Las revueltas en el mundo árabe”, dentro del ciclo ‘Los debates del Moneo’, organizados por IU-Verdes del municipio de Murcia. Pedro Marset presentó a las dos personas invitadas a la mesa:  Javier Couso, hermano del cámara de Tele 5 asesinado hace diez años en el Hotel Palestina de Bagdad, y  Olga Rodríguez.
Javier Couso comenzó afirmando que conoce a la autora desde hace diez años, aunque, dijo, “nuestra amistad es producto de una tragedia”, pues, además de la muerte de su hermano José, Olga resultó también herida.
Javier se mostró orgulloso “por la manera en que ella ejerce el periodismo”, por lo que criticó la postura sumisa y acomodaticia de muchos periodistas. En ese contexto dijo que “estoy harto de que me cocinen las noticias”, postulando, pues, la defensa de un periodismo crítico, “incluso ciudadano”. En ese sentido, afirmó que en países como Venezuela, Ecuador… “se ha roto el monopolio informativo”, y se deja en los medios de comunicación un espacio de un 30% a disposición de los barrios, colectivos sociales y ciudadanos en general.
Por otra parte, al cumplirse el décimo aniversario del asesinato de su hermano José, Javier Couso afirmó que, aunque “el fiscal intentó archivar el caso” hace unas semanas, se mantiene, al día de hoy, una querella abierta. Así mismo, anunció el inminente homenaje que se le va a tributar en Madrid el próximo día 6, acto en el que también habrá un reconocimiento a todas las madres que han perdido a sus hijos en tragedias similares.
Olga Rodríguez comenzó afirmando que en enero de 2011 volvió de nuevo a Iraq, acompañando al juez Pedraz en el contexto de la investigación de los hechos de hace diez años en el hotel Palestina. Olga afirmó, rotunda, que las tropas americanas atacaron en aquellos días los lugares en los que los periodistas “no estaban empotrados” (es decir, acompañando a las tropas para, como se sabe, transmitir una información falseada). En el caso concreto del hotel de Bagdad, el ataque al piso 15, en el que la Agencia Reuters transmitía la toma de Bagad en directo, fue “claramente premeditado”.
“Estando en Bagdad –dijo- estallaron las revueltas en Egipto”. A juicio de Olga Rodríguez, buena conocedora de la situación de ese país como la de tantos otros de la zona, los condicionantes principales de aquel estallido tienen que ver con la “eclosión de los movimientos sociales urbanos”, minoritarios pero constantes, con manifestaciones semanales. Las revueltas callejeras contaron con un escenario en torno a tres círculos concéntricos: un primer círculo central con unos 50o manifestantes bien aguerridos, un segundo círculo, más amplio, que contaba con, al menos, 1.000 policías, y un tercero con más gente a su alrededor. Lo que ocurrió en 2011, según Olga, es que "se rompió ese segundo círculo policial y la gente del tercero se sumó al primero".
En su libro, Olga habla de la situación en países como Egipto, Libia, Túnez, Bahreim, Yemen… y denuncia el “grito de la gente por recuperar la dignidad y sus derechos”, de quienes “tienen poco que perder”. En Egipto, país en que se ha llegado a una situación de "una clase media depauperada por las políticas de ajuste y de unas clases humildes más castigadas por la pobreza”, hay que saber, afirmó, que "más de un 40% de la población malvive con menos de dos dólares al día".
¿Cómo empezó todo? En 2006, se produjo una gran huelga en la más importante empresa textil egipcia, con más de 3.000 mujeres emplazando, por los pasillos de la fábrica, a sus compañeros masculinos a secundar la misma. A partir de ahí nació el movimiento “6 de abril”, con multitud de huelgas y manifestación que condujeron a la represión, con cientos de detenidos y apaleados. Los cables de wikileaks dan cuenta, durante esos días, de la “preocupación de EE UU por esas jornadas de huelga”, cuyas reivindicaciones, además de las meramente económicas (subida de sueldos), ahondan en la necesidad de la caída del régimen y de un cambio de gobierno.
¿Qué había ocurrido en 2008? Los precios del pan se duplicaron en Egipto en ese año debido a la especulación del trigo en los mercados internacionales, lo que produjo furia y frustración en ese país. A EE UU le preocupaba que “la presión de la calle obligara a Mubarak a paralizar las severas medidas de ajuste”, a pesar de que incluso el Banco Mundial (BM) alertaba que se estaba ahondando la brecha entre ricos y pobres. Butros Gahli, ministro de Economía de Egipto, era, a su vez, la tercera persona más influyente en el Fondo Monetario Internacional (FMI), por lo que en Egipto “el FMI y el BM son instituciones altamente impopulares”.
La “buena” relación entre Egipto y EE UU parte de los Acuerdos de Camp David, a partir de los cuales la ayuda militar yanqui al régimen egipcio se concretó en 1.200 millones de dólares anuales, destinando, con igual fin,  3.000 millones para Israel.
Es en este contexto geoestratégico donde hay que situar la especial importancia de Egipto e Israel para la “estabilidad” de la región, la postura subordinada del régimen de Mubarak a los dictados del Pentágono y de las instituciones económicas supranacionales y, consiguientemente,  el descontento social  que dio lugar a esas revueltas.  Lo positivo de éstas, según Olga Rodríguez, es que “se tumbaron prejuicios y estereotipos”, en la medida en que descubrimos que en Egipto hay árabes cristianos, ateos, laicos, feministas, izquierdistas…
El libro analiza también la situación en países como Siria y Libia (países en los que  la “intervención occidental ha contribuido a la desestabilización de los mismos”), Bareheim, Yemen, Túnez, etc. Olga concluyó su intervención recordando que la repercusión internacional más notable de las protestas egipcias, que tuvieron su epicentro en la plaza Tahrir, fueron las acampadas en Sol, en Madrid, y Ocupa Wall Sreeet.
En el siglo XXI –concluyó- compartimos problemas globales que exigen respuestas globales”, pues "por encima del poder político está el financiero".
 
 

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Que no se nos olvide lo de Couso, como tantos otros.