miércoles, 11 de enero de 2012

VIVIR MÁS PLENAMENTE

http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2012/01/11/vivir-plenamente/377251.html

DIEGO JIMÉNEZ

Concluía mi último artículo de hace quince días con una alusión a la urgencia de replantearnos nuestro actual modo de vida consumista. Voy, pues, a intentar en unas pocas líneas reflexionar sobre este tema.

Está claro que no podemos seguir por la actual senda del crecimiento ilimitado. Como acertadamente señalan los ecologistas Yayo Herrero y Luís González Reyes en un largo artículo Decrecimiento justo y barbarie, en nuestra sociedad, a la que podríamos denominar ´sociedad del exceso´, la mayor parte de las cosas importantes o imprescindibles van a menos. Nuestros excesos se pagan: disminución o agotamiento del petróleo y las reservas pesqueras; quiebra del equilibrio climático, por el transporte motorizado y la emisión de gases de efecto invernadero de la industria y la aviación comercial; el exceso de cemento y hormigón deteriora los ecosistemas; el aire y el suelo se envenenan por el exceso de productos químicos; se incrementan las desigualdades sociales debido a la acumulación y excesivo consumo de bienes por parte de una minoría… Reducir las desigualdades nos sumerge en el debate sobre la propiedad. Paradójicamente nos encontramos es una sociedad que defiende la igualdad de derechos entre las personas y que sin embargo asume con naturalidad enormes diferencias en los derechos de propiedad.

El asunto es grave. Nos tenemos que plantear cómo podemos no sólo empezar a aprender a vivir con menos, sino a reivindicar soluciones para ello. Y la cosa es más sencilla de lo que parece, aunque exige una serie de renuncias, exigidas por la evidencia de que, según la ONU, estamos gastando más del 30% de la capacidad de reposición de la biosfera terrestre. O lo que es lo mismo: harían falta dos planetas como éste para que los 7.000 millones de personas que lo habitamos accedan a los mismos estándares de vida y consumo medio de una persona de la Unión Europea.

Para empezar, deberíamos renunciar a la aspiración de acceder al vehículo privado para nuestros desplazamientos. Un buen transporte público, combinado con otras formas de movilidad, podría cubrir todas nuestras necesidades. Respecto al consumo turístico de masas, asociado muchas veces a la necesidad compulsiva de viajar a lejanos países —vinculada a un impulso atávico de nomadismo y utilizando un recurso tan contaminante como el avión—, podría sustituirse por un turismo de proximidad, descubriendo lugares que no por cercanos dejan de ser atractivos. A veces, los paraísos lejanos y exóticos los tenemos más cerca de lo que creemos. En nuestra Región de Murcia, descubrir las zonas rurales del interior puede ser una buena opción. Pero es que, además, los desplazamientos masivos e irracionales de fines de semana, con su inevitable secuela (sobre todo en las grandes ciudades) de atascos y siniestralidad pueden sustituirse por el placer de descubrir nuestra propia ciudad o pueblo.

Debemos aprender a vivir con lo indispensable, huyendo de la cultura del derroche. También en lo tocante al consumo de energía. Y, además, seamos selectivos en el origen de los productos que consumimos, descartando los que producen mayor impacto ecológico en su fabricación. Seamos exigentes, además, en el respeto a los derechos laborales de quienes los fabrican.

El descenso del consumo va ligado, necesariamente, a una pérdida de puestos de trabajo en ciertos sectores. Pero ello puede ser compensado con nuevos ´yacimientos´ de empleo para el cuidado de personas ancianas y dependientes, la educación infantil, actividades culturales y de ocio, las energías alternativas, la agricultura ecológica, la potenciación del cooperativismo y turismo agrarios, la conservación y cuidado de masas forestales… Por el contrario, una forma de vida más saludable exige, inevitablemente, el rechazo de los puestos de trabajo ligados a actividades nada deseables o prescindibles como la industria militar, la nuclear, la automovilística… por poner unos ejemplos. Los sindicatos han de ser receptivos a la necesidad de cuestionarse la defensa a ultranza del empleo en estos sectores.

Como ven, en contra de las tesis de quienes ofrecen una salida a la crisis por la senda del crecimiento ilimitado, hay alternativas. Sólo he expuesto algunas pocas. Pero, por la salud del planeta y de todos quienes los habitamos, hemos de empezar a aprender a vivir mejor con menos. Pero más plenamente.

6 comentarios:

CHEMARY dijo...

Excelente artículo, los ecologistas llevamos decenios denunciando este sistema por esas mismas causas.

Recomiendo que le echeís un vistazo al siguiente blog: http://crashoil.blogspot.com/2012/01/un-mix-renovable-escala-global-con.html

Diego J. dijo...

Gracias, Chemary, por tu comentario. Ya conocía ese blog que citas.

Un saludo

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho.
Breve y didáctico.
Lo reboto en Facebook.
Saludos.

Chipola.

Anónimo dijo...

Excelente. Gracias.
Ahora lo que hay que hacer es aplicarlo. A veces resulta difícil cuando estás en un grupo de compañeros, gente y la inercia nos lleva a continuar con la costumbre de consumir, beber, gastar, opulencia... Pareciera que no supiéramos vivir ya de otro modo.
Muchas gracias por este artículo. Lo practico en mi vida diaria pero a veces me siento un extranjero en tierra de zombis.
Gracias.

Anónimo dijo...

Interesante articulo sobre lo que todos sabemos, pero pocos practican.
Dificil, sin embargo decantarse por la opcion justa y necesaria para nuestro planeta y generaciones venideras en esta nuestra sociedad que se empeña cada dia en convencernos de lo contrario. Lo mantengo presente cada dia he intento no caer en todas las trampas al menos.


Gracias por tu aportacion,

Saludos de una paisana murciana,

Lourdes

Diego J. dijo...

Gracias, Lourdes, por tus comentarios a mi artículo.

Besos