martes, 17 de febrero de 2009

EL AGUA DE LA VIDA

(Publicado en LA OPINION de Murcia. 17-02-09)


Redacto estas líneas cuando el Estatuto de Castilla La Mancha, que prevé la fecha de caducidad del trasvase Tajo-Segura, está discutiéndose en el Congreso de los Diputados, a punto de ser sometido a votación. Pero el contenido de mi columna, como pronto verán, no está condicionado por el debate en el que andan ‘a la greña’ los partidos de ámbito estatal enfrentados a sus formaciones políticas respectivas de ámbito regional sobre la continuidad de esta infraestructura hidráulica.

El pasado jueves 12 asistí en Murcia, en el bonito marco del legendario ‘Cine Rex’, al preestreno de una película del cineasta cartagenero Juan Manuel Chumilla Carbajosa, expuesta antes al público en la 53 Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci). La temática de “El Agua de la vida”, dirigida por este director y producida por Elías Querejeta y Kinos Clan, con el patrocinio de RTM ‘La 7’, es de plena actualidad. La película recrea un recorrido antropológico, desde el poblamiento de la Prehistoria en la Región, pasando por la Guerra Civil, hasta la actualidad, con el río Segura como protagonista, arteria fluvial que, desde Pontones en Jaén hasta su desembocadura en Guardamar, recorre más de 300 km. y que ha contribuido a consolidar las señas de identidad regional. En formato de documental, sus guionistas (Chumilla y Querejeta) dan voz al propio río, que dialoga con un agricultor (papel interpretado por el veterano actor Juan Margallo, uno de los protagonistas de ‘El espíritu de la colmena’, de Víctor Erice), cuya vida transcurre paralela al discurrir de unas aguas unas veces, las más, escasas, y otras, fieras, como con ocasión de la última riada de septiembre de 1989, visible en el film. Al decir de su autor, con esta película no ha pretendido añadir leña al debate político pero sí poner en evidencia los ancestrales usos del agua del río hoy olvidados, desde la extracción del líquido elemento con norias para el riego, pasando por la molienda del trigo en sus molinos hidráulicos. Entrañable, por lo que tiene de plasmación de un pasado que fue, pero que ya no es, la imagen del vecino avisando de la riada a la población mediante el sonido de una caracola marina. Juan

Chumilla se sitúa en esta película en una posición aparentemente neutral, de la que no está ausente una visión nostálgica de un río antaño no afectado por la actual diversificación de los usos de sus aguas, lo que está en el origen del deterioro del paisaje que amenaza a enclaves tan emblemáticos como el Valle de Ricote, ampliamente filmado, y a la zona residencial de ‘La Morra’, en Villanueva del Segura, junto al balneario de Archena. El cineasta se aleja de la actual polémica respecto de los trasvases, reconociendo que, más que poner en evidencia que en determinados momentos el río Segura podría, sin los mismos, entrar en el estiaje, lo que ha pretendido con el film es realizar un análisis de los asentamientos humanos y de unas formas de vida y una relación con el río que está cambiando. Y precisamente para ello, las gentes del lugar por el que discurre el Segura han sido fundamentales, actuando en la película bien como figurantes o recurriendo a jóvenes actores autóctonos, procedentes de la Escuela de Arte Dramático de Murcia, como Francisco Pardo y Noelia Sidrach.

El crecimiento económico de Murcia se ha producido despreciando las limitaciones de caudal de nuestra arteria fluvial. En su día, a la espera de las aguas del Tajo, se amplió exponencialmente la superficie regable. Y, ante el anuncio de la posible llegada de las del Ebro, el Gobierno regional defendió la diversificación de usos de estos futuros caudales, propiciando una vorágine constructora ajena a los tradicionales usos de las aguas del río. En el film se obvian muchos de estos asuntos polémicos, como la extensión de los regadíos ilegales, los ‘robos del agua’, la sobreexplotación de los acuíferos, la insuficiente depuración de las aguas, etc. Pero, tengo para mí, y así se lo hice constar al propio autor en la salutación final, que su película puede contribuir a arrojar luz al siempre pendiente debate de la relación, no siempre sostenible, que hemos mantenido con nuestro río.


Diego Jiménez http://desdemicornijal.blogspot.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

es sobre el agua de la vida en este relato lo que no me gusta esque se nombra todos los pueblos menos el mas bonito de todos que es Ojós un pueblo del valle en el cual participaron muchas personas y no se lo agradecen