martes, 26 de febrero de 2008

SE MARCHÓ FIDEL


(Publicado en LA OPINIÓN. 26-2-2008)



Tras más de cuarenta y nueve años al frente de la jefatura del Estado, Fidel Castro acaba de anunciar a su país y a la Asamblea Nacional del pueblo cubano su renuncia a la reelección. Aunque en la decisión adoptada ha influido decisivamente su delicado estado de salud, personalmente creo que su gesto le honra y desmiente, en parte, las elucubraciones sobre el carácter despótico y genocida de este personaje llamado, sin duda, a ocupar un lugar en la convulsa historia del siglo XX.

Aunque es cierto que Cuba ha mantenido un régimen peculiar, en el que la planificación central de la economía y la construcción del socialismo se han dado la mano con lacerantes carencias económicas y ciertas restricciones de libertades individuales y derechos sociales, a renglón seguido es preciso añadir que por parte de los detractores del sistema político cubano se ha mantenido una doble moral. Y me centraré (dejando al margen los turbios manejos de “fundaciones independientes”, como indudablemente lo es FAES, la de Aznar) en EE UU, por ser el país que desde hace más de cuarenta años se ha empeñado en derribar la revolución de 1959. Desde el chapucero y ridículo intento de acabar con el incipiente régimen a cargo de un grupo de mercenarios en playa Girón, pasando por varios atentados contra Fidel y llegando al bloqueo económico, las injerencias de la mayor potencia militar del mundo, que tiene en Florida una atalaya privilegiada de vigilancia a escasas millas de la costa cubana, han sido una constante. La visceral toma de postura contra el régimen cubano califica de tópicos las afirmaciones de que los hechos antedichos están en el origen del ‘enrocamiento’ del régimen. ¿Tópicos? ¿Qué experimentaríamos en nuestro país si, en pura hipótesis, Marruecos se dotara de emisoras de televisión y radio, en Tánger o Tetuán -es decir, a 40 km. de nuestras costas-, empeñadas específica y permanentemente, con su señal hacia España, en deslegitimar la presencia española en Ceuta y Melilla? Y en otro orden de cosas, ¿sería nuestra economía la misma si estuviéramos sometidos a un bloqueo económico permanente? Indudablemente, no. La experiencia habida en los años de la autarquía franquista es el referente más próximo para entender la difícil situación que ha soportado el pueblo cubano, sobre todo en los años del ‘periodo especial’, tras la caída del Muro de Berlín. Pero cuando hablaba de doble moral estaba pensando en la crítica permanente a la falta de democracia y de respeto a los derechos humanos en Cuba. EEUU nos da lecciones de democracia a todo el mundo protagonizando invasiones (Irak), financiado golpes de estado (Chile, Argentina…) y estableciendo relaciones privilegiadas con déspotas como Perved Musharrad (Pakistán) o con sátrapas como el rey Abdulah de Arabia. Y en cuanto a los derechos humanos, nos alecciona manteniendo la vergonzosa y horripilante prisión de Guantánamo, denunciada por todas las instancias internacionales, practicando en varios Estados de la Unión la pena de muerte, incluso sobre personas mentalmente disminuidas, y planificando vuelos secretos de la CÍA,

He tenido el placer de conocer hace unos meses en Murcia a Dilcia García y Humberto Ríos, cubanos que, desde sus altas responsabilidades ministeriales, están logrando la implicación activa de las comunidades campesinas de la isla en la mejora de especies animales y vegetales, por selección genética. El esfuerzo y el ingenio del campesinado cubano han obrado el milagro no sólo de la autosuficiencia en alimentación, sino del aumento de la calidad. Por otro lado, los años del bloqueo han alumbrado una sociedad en la que los valores de la austeridad y la solidaridad han coexistido con un notable e innegable avance cultural, sanitario y educativo. Como ven, no todo en la revolución de Fidel es abominable. La isla encara ahora un delicado proceso. Es nuestro deber, por nuestro histórico vínculo con aquellas gentes, abiertas siempre a la fiesta y al diálogo, pero también a la cultura, colaborar en la Transición política sin injerencias, desde el mayor respeto a la soberanía del pueblo cubano.

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